Lic. Elízabeth González Montaner
La adolescencia es una etapa de la vida durante la cual el niño va adquiriendo más autonomía, independencia, desarrolla un estilo propio, elige que hacer con su tiempo libre. El cambio psicofísico genera una variabilidad del ánimo que produce emociones polarizadas y una tendencia a diferenciarse de sus adultos significativos.
Hasta ahí, todo bien, cuando las funciones cognitivas propias para poder hacerse autónomo están todavía en proceso de desarrollo y no logran organizar la planificación de la vida, el adolescente entra en crisis que puede conducirlo a experimentar profunda ansiedad, trastornos en el sueño, en la alimentación, potencialidad para iniciarse en el abuso de sustancias, sexualidad precoz., etc.
En general los chicos que siguen presentando el trastorno de déficit de atención e hiperactividad luego de la pubertad están en riesgo de adquirir otras patologías mentales y los adultos significativos ( padres, docentes y profesionales) debemos lograr ayudarlos a no quebrantar ante tentaciones que pueden complicarle enormemente su vida.
Es más fácil decirlo que hacerlo, porque los chicos están en una edad en que dudan si alguien puede ayudarlos, no quieren contar lo que les pasa ni lo que sienten y piensan en las posibles sanciones de sus acciones y no en como salir de ellas.
Lo más aconsejable es que el paciente con TDAH en la adolescencia se encuentre escolarizado, ya que existe un alto índice de descolarización, rodeado de amigos sanos y que lo acepten y entiendan. Debe contar con una familia optimista, dispuesta a continuar ayudándolo hasta que logre la madurez e independencia necesaria. En cuanto a vínculo profesional lo ideal es que se encuentre con un vínculo ya forjado con profesionales que lo apoyan, lo entienden y le dan consultas si es necesario. Es conveniente que realice deportes y artes marciales. La música, el dibujo y las artes en general ayudan a que pueda aprender a sentir placer desde actividades saludables.