Lic. Leticia Martín
Psicóloga y Profesora Inicial de Danzas Árabes con Especialización en Historia del Bellydance.
La Psicología de la Danza es un campo de la Psicología aplicada que busca otorgar a los bailarines herramientas que les permitan lograr un mayor rendimiento en la práctica de su disciplina, así como un mayor disfrute de la misma, a través de un mejor conocimiento de su “mundo interno” (pensamientos, emociones, ideas, sensaciones).
Podríamos establecer, al menos, cuatro áreas que deberían estar presentes en la preparación del bailarín:
- Área técnica: Correcta realización de los distintos movimientos que comprenden la danza.
- Área física: Desarrollo de la flexibilidad, la resistencia, la fuerza, la elasticidad, el equilibrio.
- Área teórica: Conocimientos acerca de las diferentes danzas, su historia, el contexto cultural al que pertenecen, la música que las acompaña.
- Área psicológica: Motivación, confianza en sí mismo, ansiedad, concentración.
Los aspectos psicológicos suelen ser poco tenidos en cuenta, abordados de forma poco sistemática e incluso ignorados en muchas escuelas de danza y, sin embargo, suelen ser causa de que algunos artistas tengan un rendimiento inferior al que podrían alcanzar por sus facultades técnicas, o de que bailarines talentosos, con aparente gran futuro, abandonen la actividad.
Existen múltiples aspectos en los que la práctica y la enseñanza de la danza puede nutrirse de los conocimientos provenientes del campo de la Psicología:
- Implementación de estrategias que permitan a bailarines desarrollar aspectos cognitivos y emocionales involucrados en la danza: motivación, autoconfianza, manejo de la ansiedad y de las presiones, concentración, memoria, motricidad, coordinación audiomotriz, creatividad, aceptación de las críticas.
- Conocimiento de los principales hitos evolutivos, crucial en el momento de trabajar con niños.
- En el caso de grupos, optimización de la comunicación entre los integrantes, aumento de la cohesión, resolución de conflictos.
- Integración de personas con necesidades educativas especiales.
- Acompañamiento a bailarines lesionados, tanto durante el tiempo que dure el alejamiento de la actividad como en el momento de retomarla.
A continuación, se presentará un modelo de trabajo en el área de Psicología de la Danza, derivado de la Psicología del Deporte. A partir de este modelo, pueden observarse, comprenderse y eventualmente modificarse las conductas de los bailarines (entendiendo por conducta no solo los comportamientos manifiestos, sino también las emociones y pensamientos), con el fin de mejorar el rendimiento en clases, ensayos y funciones. El centro de la mirada estará siempre dirigido a la salud del bailarín, es decir, a su bienestar físico, psíquico y social.
El punto crucial del modelo es el entrenamiento: así como las habilidades técnicas se desarrollan con la práctica reiterada, lo mismo ocurre con las habilidades psicológicas.
Ahora bien: ¿cuáles son las habilidades psicológicas que influyen de manera más directa sobre los bailarines a la hora de ejecutar una performance? Fundamentalmente, son la motivación, la autoconfianza, la ansiedad y la concentración. Ninguna de ellas permanece inmutable a lo largo del tiempo, sino que fluctúan continuamente, en respuesta a factores internos y externos al bailarín. A continuación definiremos estas variables y expondremos brevemente algunas técnicas orientadas a la superación de posibles obstáculos mentales.
MOTIVACIÓN
Es la habilidad de emprender y persistir en una tarea, a pesar del aburrimiento, la fatiga, el dolor, el deseo de hacer otras cosas. Es lo que mantiene el deseo de seguir bailando y participar en clases y ensayos. También es lo que permite que se dedique tiempo y esfuerzo a la mejora del rendimiento.
Las fuentes de la motivación para practicar danza son extremadamente diversas, entre los distintos bailarines y entre los diferentes momentos en la vida de un mismo bailarín.
¿Qué podemos hacer para sostener la motivación para bailar?
- Establecimiento de objetivos: Deben constituir retos realistas y alcanzables. Cuanto más específica y concretamente se definan, mejor es. Pueden establecerse objetivos a largo, mediano y corto plazo, y también para actuaciones específicas.
- Recordatorios motivadores: Palabras, frases o imágenes que ayudan a tener en mente los objetivos.
AUTOCONFIANZA
Es la solidez de la certeza que tiene un bailarín de poder aprender y ejecutar una técnica, una coreografía y/o de representar un papel. Aunque un bailarín tenga capacidades físicas y técnicas, si no cree que pueda hacerlo bien no usará sus habilidades.
El grado de confianza en sí mismo que tiene un bailarín influye sobre el autodiálogo que tendrá (sus pensamientos automáticos), que, a su vez, incide sobre las emociones que experimentará al bailar. Si su autoconfianza es baja, tenderá a desarrollar un autodiálogo negativo y a experimentar emociones como el miedo y la frustración, que tendrán un impacto negativo sobre su performance. Si, en cambio, un bailarín confía en sus capacidades, sus pensamientos automáticos serán positivos, experimentará emociones agradables como la alegría y el disfrute, todo lo cual llevará a que su actuación sea satisfactoria a nivel artístico y personal.
Los pensamientos, las emociones y el comportamiento manifiesto se influyen mutuamente. Sabiendo esto, vamos a buscar distintas formas de incrementar la autoconfianza.
¿Qué podemos hacer para aumentar la autoconfianza?
- Valoración de cada pequeño logro, entendiéndolo como un paso hacia os objetivos establecidos.
- Detención del pensamiento: Una vez que se detectan los pensamientos automáticos negativos, pueden detenerse y reemplazarse por pensamientos positivos y constructivos
ACTIVACIÓN
Es el grado de preparación psicofisiológica del bailarín previo a la actuación. Según la bibliografía que consultemos, también puede denominarse intensidad, excitación, ansiedad, nerviosismo. Se caracteriza por cambios fisiológicos (en la función cardíaca, la presión sanguínea, la frecuencia respiratoria, la producción de adrenalina).Puede percibirse como algo positivo o negativo.
Si graficáramos en un sistema de ejes cartesianos su influencia sobre el rendimiento, observaríamos que tiene la forma de una U invertida: un aumento de la activación es necesario para un rendimiento satisfactorio, pero, cruzado cierto umbral, es contraproducente. Por lo tanto, no debe eliminarse, sino mantenerse en niveles adecuados. El punto óptimo de activación varía de bailarín a bailarín.
¿Qué podemos hacer para reducir el nivel de activación?
- Técnicas de relajación: Existen muchas, con eficacia altamente probada. Pueden mencionarse la respiración abdominal y la relajación munscular progresiva según el protocolo propuesto por Jacobson.
- Reducción de contratiempos: Es muy común que antes de una actuación ocurran eventos “fuera de libreto” que puedan perjudicar a un bailarín. Si bien no todos pueden ser anticipados, algunos pueden preverse, permitiendo anticipar soluciones.
CONCENTRACIÓN
Es la capacidad de enfocarse en una tarea durante un período de tiempo, la habilidad de dirigir la atención hacia aquellos aspectos del campo de atención relevantes para la actuación: otros bailarines, escenario, música, coreografía, indicaciones entre bambalinas. Implica no distraerse con estímulos menos relevantes y reenfocarse si ocurre alguna distracción.
¿Qué podemos hacer para aumentar y lograr sostener la concentración?
- Uso de palabras clave: Frases muy cortas o palabras que llevan a colocar los recursos atencionales en los aspectos relevantes de la performance. Pueden resultar muy útiles cuando es necesario reenfocarse luego de una distracción.
- Técnicas de control de la intensidad.
Como podemos concluir a partir de los lineamientos presentados en este trabajo, la Psicología puede realizar contribuciones importantes a la danza, aportando conocimientos teóricos y prácticos que permitan a los bailarines contar con un mayor grado de bienestar y maximizar su crecimiento artístico.
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Trabajo presentado en el I Congreso de Historia de la Música y Danza Árabes – Estudio Sahar-Biblioteca Nacional.